TESTIGA DE LA VIDA Y PARTIDA
DE MI PADRE HACIA EL CIELO
Soy seguidora de César Vallejo y de todo lo que dijo lo que
mas me gustó fue cuando casi adivina cuándo y cómo iba a ser su muerte. Mi
padre no está lejos de este gran poeta pues unas semanas antes de que Dios lo
llame le decía a mi madre: “Auxilia quién de nosotros se irá primero no? pero creo que yo partiré primero porque me he
mirado en el espejo y ya estoy muy viejo, ya soy el único que queda en la
tierra de mi generación, yo no siento dolor, no tengo nada pero un día martes
me va a dar un malcito que con él me iré”. Estas palabras nos repetía muchas
veces pero nosotras que pensábamos tener un padre inmortal le decíamos: “papi
no digas esas cosas, tu estás fuerte y tienes para muchos años mas”, papi no
hables así.
Un día viernes 20 como hoy, Dios llevó a mi padre entre sus
brazos. He sido testiga de la vida y muerte de mi padre como Dios manda. Su
vida con una trayectoria de 100 años, intachable, que orgulloso de llevar su
nombre lo puso muy en alto por todo sitio donde le tocó llegar y por eso su
esposa, sus hijos y nietos hoy somos multiplicadores de sus enseñanzas. Su
muerte llegó cuando el había preparado todo, dejó todo dicho, todo en orden y
esa última noche antes que vaya al cielo le di de cenar, me contó su sueño de
la noche anterior, me dio unos bellos consejos y ya casi a las 11 de la noche
me hizo dormir profundamente junto a él y a las 5:30 cuando desperté muy asustada
por quedarme dormida, miré a mi padre y el recién se había ido. Lo tomé por la
espalda y lo estreché entre mis brazos, le acaricié el tiempo que quise, lloré
mucho pero sin desesperarme, ese es el detalle, él me preparó para ser yo quien
esté allí y que afronte con firmeza ese difícil momento. Se fue como el mas
caro perfume que nunca pasa el aroma, hoy lo tengo aquí presente y hasta lloro
con orgullo al recordarlo y pienso que su vida con altos y bajos lo llevó a
esta muerte tan fina, tan pura y sin dolor, solo que Dios ya lo necesitaba y
hoy si existe la vida mas allá de la muerte y en el cielo, sin duda mi padre
hoy es uno de sus integrantes que hacen justicia divina arriba en el firmamento. Sencillo privilegio de una hija de sentir su calor fresco como su aroma que se fue.
Hoy para mí está claro que cuando uno está cerca a su muerte
Dios nos da tiempo para preparar todo, en esos nuestros últimos días la gente
que nos lleva la delantera y que ya están con Dios, nos visitan, nos hacen
recordar que ya falta poco para estar en la tierra y de seguro nos hacen un
buen recibimiento. Mi padre de joven me contaba mucho de esta etapa de la vida
pero la verdad solo lo escuchaba y no creía mucho y quizá por eso el me quizo
enseñar con la práctica que Dios nos da tiempo para dejar la tierra como
corresponde, nos hace sabios en nuestros últimos momentos pero es claro también
que uno no le da importancia porque no estamos preparados para que un ser
querido nos deje, no queremos aceptar y no seguimos esta conversación. Mi padre
es grande y Dios ha protegido y protegerá toda su trayectoria hasta su vida mas allá de su muerte.
Una vez cuando el me decía que se va a morir pronto yo le
dije que no me diga eso porque me duele mucho y le hice una pregunta: ¿Cómo se
puede vivir sin padre? y el me contestó: “hijita Dios te conformará y fortalecerá”
por eso desde aquél día de su partida cada segundo esperaba esta conformación,
esta fortaleza pero pasaban los minutos, las horas, los días y no llegaba. Hoy
ya ha pasado un mes y siento que ese
estrujamiento de mi corazón y de mi alma hoy ya está aliviado, hoy mis lágrimas
son por el orgullo que siento de tener al padre maravilloso que fue y seguirá
siendo Vicente Vargas Mecola, lloro por la impotencia como ser inferior en la
tierra, de no poder prolongar la vida pero a la vez pienso que Dios es el único
ser divino que sabe hasta el segundo en que uno ya tiene que formar parte de la
otra vida. Hoy ya puedo mirar sus fotos, su sombrero borsalino, su bastón de
guarauya que el mismo se fabricó en su Patibal, su pequeña maleta con sus
herramientas de uso diario, ver sus letras, su firma, su huella digital, su
terno con huequitos en las piernas porque últimamente lo hacía con las colillas
de su cigarrillo, hoy puedo ver su vino porto del abuelo, ya puedo tomar su
cerveza negra con su coca cola, infinitas cosas que lo tengo aquí presente y
que ya me hacen feliz recordarlo.
Amado padre estás conmigo cada día y me das toda la fuerza
que necesito para seguir adelante con el coraje que heredé de ti. Hoy estoy
cerca a tu Auxilia para quererla tanto aunque sé que no podré hacer todas esas
atenciones tan elegantes de tu parte hacia ella pero recordándote lo podré.
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